12/9/2009 13:42
Durante la Edad del Hierro (900-S.III a.C.), los celtas llegan a la Península y ocupan gran parte de la meseta norte, siendo esta zona escogida por el pueblo celtíbero de los Autrigones, estableciendo un importante asentamiento en el Alto de Rodilla (entre Fresno y Monasterio) que posteriormente fue aprovechado por los romanos para ubicar la ciudad de Tritium autrigonum, al pie de la calzada romana “de Italia en Hispanias” que, desde Roma, llegaba a Tarragona y remontaba el Ebro para pasar hacia la meseta a través del corredor de la Bureba, pasando por Briviesca (Virovesca) y dirigiéndose hacia los importantes núcleos militares de Sasamón, León, Astorga y Lugo. De aquí partían igualmente calzadas secundarias que unían Tritium con las ciudades de Clunia y Auca (Villafranca Montes de Oca).
Tras la unificación que logró el reino Visigodo de toda la península Ibérica, la posterior invasión árabe trajo la inestabilidad a la zona durante largo tiempo, debido a la resistencia ofrecida por los pueblos más norteños (al igual que ocurrió con los romanos) y a la situación estratégica de paso de estos territorios, quedando la zona prácticamente despoblada, hasta que a comienzos del siglo IX comienza la repoblación de las tierras de Bardulia que años más tarde van a configurar el condado de Castilla
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